Recibido: 02-10-20
Aprobado: 23-06-21
doi: 10.46476/ra.v2i1.68
Jorge Muñoz se convirtió en alcalde de Lima de manera inesperada en las elecciones subnacionales de octubre de 2018. Asimismo, su partido, Acción Popular, obtuvo 14 alcaldías distritales en la capital. El objetivo de este artículo es describir los resultados electorales de estos comicios y ponerlos en perspectiva comparada con las elecciones de 2014, cuando fue previsiblemente electo por tercera vez Luis Castañeda de Solidaridad Nacional. El trabajo argumenta que las elecciones de 2018 presentaron un escenario de mayor incertidumbre y de ausencia de candidaturas incumbentes tras la prohibición de la reelección. Esto se reflejó en una mayor fragmentación de la competencia, más débil desempeño del ganador a nivel de Lima metropolitana y sus candidaturas distritales y una mayor incongruencia en los patrones de la competencia partidaria entre los niveles. El trabajo utiliza una serie de indicadores para caracterizar los patrones de competencia de partidos y sistemas de partidos, mapas y análisis estadístico bivariado para poner en perspectiva a los resultados de las elecciones de 2014 y 2018. El artículo concluye planteando que Lima no escapa de los patrones electorales más generales de Perú.
Palabras clave: Perú, Lima, Partidos políticos, Sistema de partidos multinivel, Nacionalización
Jorge Muñoz unexpectedly won the mayoral elections in Lima held in October 2018. At the same time, his political party (Acción Popular) obtained 14 district mayoralties in the Peruvian capital. The goal of this article is to describe the results of these subnational elections in Lima and put them in comparative perspective with the 2014 elections when Luis Castañeda from Solidaridad Nacional won his third term as mayor of Lima. We argue that the 2018 elections presented a scenario of greater uncertainty and absence of incumbent candidates after immediate reelection for subnational executive posts had been banned. We show that the uncertainty is reflected in higher levels of fragmentation of party competition, weaker performance of the metropolitan mayor’s party and its candidates in district elections and higher levels of incongruence in the patterns of multilevel party competition. We use a series of indicators of party and party system competition, maps and bivariate statistical analysis to compare the electoral dynamics of the 2014 and 2018 subnational elections in Lima. The article concludes that Lima does not escape the more general logic of party competition in Peru identified by the comparative literature.
Keywords: Peru, Lima, Political Parties, Multilevel Party Systems, Nationalization
Jorge Muñoz tornou-se inesperadamente prefeito de Lima nas eleições subnacionais de outubro de 2018. Mesmo assim, o seu partido, Acción Popular, obteve 14 prefeituras distritais na capital. O objetivo deste artigo é descrever os resultados destas eleições e colocá-los em perspectiva em comparação com as eleições de 2014, quando Luis Castañeda, de Solidaridad Nacional, foi previsivelmente eleito pela terceira vez. O trabalho argumenta que as eleições de 2018 apresentaram um cenário de maiores incertezas e de falta de candidaturas incumbentes após a proibição da reeleição. Isto refletiu-se numa maior fragmentação da competição, num desempenho mais fraco do vencedor ao nível da metrópole de Lima e das suas candidaturas distritais, e numa maior inconsistência nos padrões de competição partidária entre níveis. O documento utiliza uma série de indicadores para caracterizar padrões de competição de partidos e sistemas partidários, mapas e análises estatísticas bivariadas para colocar em perspectiva os resultados das eleições de 2014 e 2018. O artigo conclui que Lima não escapa aos padrões eleitorais mais amplos do Peru
Palavras-chave: Peru, Lima, Partidos políticos, Sistema partidário Multinível, Nacionalização
El domingo 7 de octubre de 2018 tuvieron lugar las Elecciones Regionales y Municipales (ERM) en Perú. En la capital, Jorge Muñoz, candidato de Acción Popular (AP) y exalcalde del distrito de Miraflores, fue elegido alcalde de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML). Acción Popular, un partido tradicional, fue también la organización más exitosa a nivel distrital en la capital, al obtener la victoria en 14 de los 42 distritos (33.3% de los distritos de la MML).1 Comparativamente, tanto la victoria de Muñoz como el éxito de los alcaldes accio-populistas distritales fue menos abrumadora que la de Luis Castañeda y su partido Solidaridad Nacional (SN), quienes en las elecciones del 2014 obtuvieron la victoria en 18 distritos (42.9%).
Esto se debe a que la contienda electoral de 2018 estuvo marcada por una mayor incertidumbre respecto del resultado, pues las reglas electorales sufrieron cambios. Se prohibió la reelección inmediata y se eliminó la posibilidad de candidaturas de organizaciones políticas locales. Particularmente, la primera reforma creaba un escenario parano esperar tanta dominancia de un solo partido y tampoco un efecto de arrastre del candidato a la MML tan fuerte. Además, si bien Muñoz se presentaba tras dos períodos como alcalde de Miraflores por Somos Perú (2010-2014, 2014-2018), para las ERM del 2014, Castañeda volvió tras sus dos mandatos previos (2002-2006, 2006-2010), y el período conflictivo de Susana Villarán (2010-2014)2, con los sondeos de opinión pública apuntando a su persona como claro ganador.
La incertidumbre electoral se reflejaba en las encuestas de opinión pública (Ipsos, 2014; Ipsos, 2018). Estas no daban un claro favorito hasta catorce días antes de las elecciones, a diferencia de las elecciones municipales del 2014, cuando Castañeda era favorito desde inicios de ese año (Ipsos, 2014). En cambio, Muñoz tenía una intención de voto del 4%, un mes antes de la elección de octubre de 2018 (Ipsos, 2018).
Sorprendentemente, estos comicios recibieron escasa atención e interés entre las y los analistas.3 Esta situación se presentó tanto a nivel nacional como en el caso particular de Lima y resulta llamativa, dado el peso electoral de la capital. Con más de siete millones de electores, representa un poco más del 30% del peso electoral a nivel nacional. Asimismo, el cargo del alcalde de Lima tiene mucha visibilidad y peso político, posiblemente, al ser, al menos simbólicamente, el cargo posiblemente más importante después de la presidencia de la república. De hecho, varios de los candidatos y alcaldes lanzaron posteriormente candidaturas presidenciales y varios políticos con perfil político nacional tentaron el sillón municipal metropolitano.4 Ciertamente, las elecciones subnacionales parecen cobrar cada vez mayor importancia para entender los comicios nacionales (Castro, 2020; Castillo, 2020).
El objetivo de este artículo es describir los resultados de las últimas dos elecciones en Lima en perspectiva comparada entre 2014 y 2018, con énfasis en la variación territorial de los apoyos entre los distritos y las diferencias entre los niveles. Por tanto, se ofrece un análisis con perspectiva multinivel subnacional sobre esta contienda electoral, que permite evaluar la presencia de los partidos ganadores en los distritos de la capital. El artículo argumenta que las elecciones de 2018 mostraron un escenario con una mayor fragmentación de candidaturas, mayores niveles de competitividad en los distritos, variación territorial entre los distritos en los apoyos recibidos por Muñoz y AP y una posición más débil del nuevo alcalde y su partido en comparación con el desempeño de Castañeda y SN en 2014. Por tanto, la vuelta de un partido tradicional como Acción Popular a la alcaldía metropolitana no implicó necesariamente una mayor estabilidad o presencia territorial en la ciudad. La precariedad de las candidaturas de AP se mostró no solo en el hecho de que nueve de los 14 alcaldes distritales electos no fueron militantes del partido (Lavilla Ruiz, 2018), sino particularmente en el alejamiento de Muñoz al partido en noviembre de 2020 (Canal N, 2020).
Las diferencias entre ambas contiendas se debieron a cambios contextuales entre 2014 y 2018, particularmente una mayor incertidumbre, falta de una candidatura dominante a nivel metropolitano y la prohibición de reelección inmediata que no permitió la participación electoral de los incumbentes salientes. El artículo revisa las dinámicas y el formato del sistema de partidos para mostrar empíricamente las diferencias entre las elecciones de 2014 y 2018, utilizando tanto los indicadores tradicionales como los índices que captan la dimensión territorial y multinivel de los procesos electorales, cada vez más necesaria para entender el funcionamiento de los sistemas de partidos (Ruiz Rodríguez & Otero Felipe, 2013; Dosek, 2015).
El artículo se estructura en tres partes. Primero, se describe brevemente el contexto de las elecciones subnacionales, el sistema electoral y el desempeño de AP en Lima, en comparación con el desempeño de SN cuatro años antes. Segundo, se revisa la literatura teórica de análisis electoral y se examina la dinámica del sistema de partidos desde una perspectiva multinivel, recurriendo a una serie de indicadores que permiten entender la competencia partidaria en Lima en perspectiva, entre 2018 y 2014. Finalmente, el trabajo cierra con algunas conclusiones sobre los procesos electorales en la capital y propone agenda de investigación para el futuro.
El sistema de partidos peruano se caracteriza por una continua reducción de presencia de partidos políticos tradicionales5 (Batlle & Cyr, 2014). Estos fueron fundados antes de la transición a la democracia de 1979 y se caracterizaban por una alta capacidad de movilización social, cuyos fundamentos estaban basados en ideologías y lazos partidarios fuertes (Meléndez, 2007). Entre ellos se encuentran el Partido Aprista Peruano (PAP/APRA), Acción Popular (AP), Partido Popular Cristiano (PPC) y Partido Comunista Peruano (Patria Roja/Movimiento Nueva Izquierda).
Sin embargo, durante el régimen autoritario de Alberto Fujimori (1992-2000), el sistema de partidos tradicional colapsó (Tanaka, 2005).Tras la transición a la democracia en 2000-2001, se abrió paso a una competencia partidaria inestable y fragmentada, con partidos débiles y con poca presencia y arraigo territorial, con precaria representación del electorado y marcado personalismo, así como con ausencia de vínculos programáticos y pragmatismo (Tanaka & Meléndez, 2014; Tuesta Soldevilla, 2014; Muñoz & Dargent, 2017; Levitsky & Zavaleta, 2019). En este contexto, la débil supervivencia de los partidos tradicionales que dominaron la arena electoral entre 1980-1990 fue desafiada por los partidos «nuevos» o emergentes (Batlle & Cyr, 2014; Rubio, 2016) que surgieron a mediados de la década de 1990 o comienzos de la siguiente.
A diferencia de los partidos tradicionales, los nuevos o emergentes se caracterizan por ser personalistas, sin bases ideológicas fuertes y sin capacidad de movilización social (Meléndez, 2007). En ese contexto, la convivencia entre partidos tradicionales y nuevos implica que la competencia política aún cuenta con la presencia de partidos tradicionales6, aunque cada vez mayor peso electoral recae en los nuevos partidos. No obstante, de manera generalizada, el sistema de partidos peruano funciona mediante la institucionalización de reglas informales donde los políticos se organizan temporalmente, formando alianzas o uniéndose a la organización política que brinde las mejores oportunidades de ganar las elecciones, desactivando su participación en cuanto estas dejen de ser beneficiosa (Zavaleta, 2014; Levitsky & Zavaleta, 2019).
A pesar del peso político de la alcaldía de Lima, desde la década de 1990 los partidos tradicionales fueron constantemente derrotados por nuevos partidos emergentes como Movimiento Obras (1993), Somos Lima (1995), Somos Perú (1998), Solidaridad Nacional (2002, 2006, 2014) y Fuerza Social (2010). Estos partidos nunca lograron amplia presencia territorial a nivel nacional. Se trata de organizaciones altamente personalistas, creadas, en principio, para las candidaturas de sus líderes y luego desactivadas o minimizadas electoralmente (Vásquez Oruna, 2014, p. 71). No fue hasta la elección del 2018 que Acción Popular, un partido tradicional creado a mediados del siglo XX, ganó la alcaldía de Lima Metropolitana.
Gráfico I: Porcentaje de votos según tipo de organización política
en las elecciones provinciales de Lima Metropolitana
Fuente: Elaboración propia en base a los datos de Infogob (http://www.infogob.com.pe/)
Los resultados de los últimos cinco procesos electorales (2002-2018) muestran que los partidos políticos emergentes han predominado en términos de apoyos electorales para la alcaldía de Lima (Gráfico I). Aquí se consideran alianzas mixtas si los partidos tradicionales compitieron en alianza con partidos emergentes. De esa manera, en las ERM 2002, el Movimiento Nueva Izquierda participó sin alianzas con el candidato Rolando Breña (1.85% de los votos), quien postuló al cargo de Congresista por el mismo partido el 2006. Por su parte, el PPC participó en alianza con Solidaridad Nacional y Centro Democrático, promocionando la candidatura de Luis Castañeda.7
La primera ocasión en la que los partidos tradicionales presentaron una competencia notable a los partidos nuevos en la MML fue en las ERM 2010. Lourdes Flores, candidata del PPC, obtuvo el 37.6% de los votos en una ajustada campaña contra Susana Villarán, quien ganó con el 38.4% de los votos. La segunda ocasión fue en las últimas ERM 2018. Aunque el candidato de AP ganó la elección, los 18 partidos nuevos que compitieron obtuvieron el voto de casi el 60% del electorado.
En términos administrativos, la ciudad capital de Lima goza de un estatuto especial. Esto implica que la provincia de Lima Metropolitana (o Municipalidad Metropolitana de Lima, MML) no integra ninguna región y las competencias y funciones del alcalde de la MML equivalen a las de un gobernador regional.8 El alcalde de MML es a su vez también alcalde del distrito de Cercado de Lima.
La legislación electoral vigente hasta 2015 no permitía la participación de los movimientos regionales y la Ley de Organizaciones Políticas permitía solo candidaturas de listas locales y partidos nacionales.9 Tras la reforma de esta ley en 2015 y a partir de las elecciones subnacionales de 2018, las organizaciones políticas de alcance local (provincial y distrital) ya no pueden participar en ninguna elección local incluida la de Lima. En consecuencia, las elecciones que se celebran dentro de la MML permiten únicamente la participación de partidos políticos nacionales.
Dentro de la ciudad de Lima, la competencia se da en dos niveles. Por un lado, a nivel de MML se elige un alcalde y 39 regidores que conforman al Concejo Metropolitano de Lima (CML). Las candidaturas para ambos cargos se presentan conjuntamente en una sola lista y, por ende, el líder de la lista es el candidato a alcalde o alcaldesa. La lista ganadora que obtiene la mayoría relativa de los votos gana el cargo ejecutivo y el 50% más un curul en el Concejo. En otras palabras, el alcalde de Lima obtiene una «mayoría automática» en el Concejo que debería, al menos teóricamente, favorecer la gobernabilidad.
Por otro lado, a nivel distrital, se eligen alcaldes en los 42 distritos de Lima Metropolitana. El sistema electoral y la estructura de las listas son iguales a las elecciones a nivel metropolitano. Los alcaldes son electos por mayoría relativa de votos y, nuevamente, obtienen mayoría propia en el concejo municipal. Naturalmente, el tamaño de los concejos distritales es menor que el de CML. A su vez, la cantidad de regidores municipales es determinada por el Jurado Nacional de Elecciones en función de la población de cada distrito.10 De esta manera, el número de regidores, dentro de los distritos limeños, varía entre 5 y 15.
Finalmente, cabe destacar que la reforma de la Ley N°30305 prohibió la reelección inmediata en los cargos subnacionales (Neyra, 2018; Aragón & Cruz, 2018). En consecuencia, hasta las elecciones de 2014 existía la reelección indefinida y, por tanto, los candidatos se podían volver a presentar, pese a que las tasas reales de reelección eran relativamente bajas (Aragón & Incio, 2014; Córdova & Incio, 2013). Ciertamente, las tasas de postulación y reelección efectiva varían territorialmente y Lima registraba una de las comparativamente más altas (Aragón & Incio 2014). De hecho, varios de los alcaldes limeños están entre los más longevos en el país y muchos de ellos se convirtieron en caudillos locales en sus distritos. En este contexto, se esperaba un recambio y alternancia en los puestos subnacionales o vuelta de políticos que habían ocupado los cargos en el período de 2010-2014 o anteriormente.11
Acción Popular es uno de los partidos tradicionales más importantes del país. Fue fundada en 1956 por el ex presidente Fernando Belaúnde Terry. Bajo su liderazgo obtuvo las presidencias en 1963 y 1980.12 A nivel subnacional, su desempeño fue notable también en 1963, 1966 y 1980, cuando ganó la alcaldía de Lima. Sin embargo, desde esa época le resultó cada vez más difícil obtener apoyos electorales competitivos e, inclusive, presentar candidaturas en toda la ciudad hasta su vuelta en 2018. Por ejemplo, en las elecciones municipales de 2002 en Lima, AP participó en 38 distritos y obtuvo, en promedio, el 4% de los votos. Solo se adjudicó una victoria distrital en San Bartolo con Jorge Luis Barthelmess como alcalde.13
Posteriormente, en las ERM 2006 AP participó en 24 distritos con un promedio de 2.5% de los votos. Consecuentemente, no obtuvo ninguna candidatura. Para las elecciones del 2010, el partido intensificó su participación y presentó36 candidaturas. No obstante, nuevamente consiguió solo una alcaldía en Santa María del Mar con la candidatura de Viviana Roda, quien siguió participando en el distrito en las siguientes elecciones con el mismo partido, sin volver a ganar. Posteriormente, la dinámica se mantiene similar. En las elecciones celebradas en 2014, el partido presentó 38 candidaturas distritales en Lima, sin conseguir ninguna alcaldía.
A nivel de Lima Metropolitana, el desempeño del partido y sus candidatos fue muy similar. De hecho, en 2002 no presentó su propia candidatura y en los procesos electorales de 2006, 2010 y 2014, los candidatos de AP no superaron el 3%. Por tanto, los resultados de AP en Lima en 2018 son muy sorpresivos y en gran medida se deben al liderazgo de Muñoz.
Por su parte, Solidaridad Nacional surgió como un partido personalista alrededor de la imagen de Luis Castañeda Lossio en 1999, cuyo objetivo era llegar a la Presidencia de la República (Meléndez, 2011). En ese sentido, el partido se ha presentado a todas las elecciones presidenciales desde el 2000, sin obtener resultados significativos o pasar a segunda vuelta. No obstante, su desempeño fue muy destacado a nivel de la alcaldía de Lima. De la mano de Luis Castañeda, SN resultó victorioso en los comicios de 2002, 2006 y 2014. Además, en las mismas contiendas obtuvo un alto número de alcaldías distritales. El partido también participó en las elecciones municipales de 2018, con Luis Castañeda Pardo (hijo de Luis Castañeda Lossio) como candidato, pero no superó el 3% de los votos.
En general, a nivel de Lima Metropolitana, Solidaridad Nacional ha demostrado un proceso de continua adaptación a las exigencias de la realidad social de la ciudad, pues supo atraer al diverso electorado limeño (Ayala, 2016), particularmente en los distritos de más bajos ingresos. Sin embargo, la organización partidaria resultó igual de débil con la ausencia de su líder fundador y no supo construir una presencia organizacional más allá de los períodos de gobierno. Los escándalos de corrupción y la ausencia de líderes alternativos implicaron la cuasi-desaparición del partido y su transformación en Renovación Popular en 2020.
La literatura comparada sobre los partidos políticos y sistemas de partidos ha analizado tradicionalmente la estructura de la competencia, enfocándose principalmente en el formato o morfología del sistema de partidos (Caramani, 2011). Por tanto, el estudio empírico se centró en el número de los partidos políticos y su tamaño; los indicadores reflejaron particularmente la fragmentación de la oferta electoral (la presencia, el número y los apoyos relativos de los partidos políticos). Sin embargo, los trabajos recientes han ido destacando la creciente importancia de la heterogeneidad territorial (nacionalización) de la competencia política y la diferencia entre los niveles (congruencia) de los sistemas de partidos (Jones & Mainwaring, 2003; Suárez-Cao & Freidenberg, 2014), incorporándolos de manera cada vez más frecuente en los indicadores comúnmente utilizados para el análisis de los sistemas de partidos (Ruiz Rodríguez & Otero Felipe, 2013).
Por tanto, en las siguiente seis subsecciones se analiza la estructura de la competencia partidaria en Lima desde una perspectiva territorial y multinivel que ofrece una mirada más completa sobre las elecciones subnacionales en la capital. Después de un balance general de los resultados en ambas elecciones, se comparan los niveles de participación electoral (y su variación entre los distritos). Las siguientes cuatro secciones describen la presencia territorial de las candidaturas, los niveles de fragmentación y competitividad, la homogeneidad territorial en los apoyos electorales de los partidos y, finalmente, las diferencias en las dinámicas a nivel metropolitano frente a los distritos.
Los cambios del contexto político y las reglas electorales entre ambos procesos electorales estructuran las expectativas teóricas sobre las diferencias de los comicios de 2018 frente a los patrones de competencia en 2014. En primer lugar, se espera que, en términos de los resultados generales, la mayor incertidumbre y la ausencia del alcalde metropolitano saliente debiliten el partido ganador y sus candidaturas en 42 distritos en 2018. En segundo lugar, los niveles de participación electoral deberían ser más altos, dada la mayor incertidumbre sobre el ganador y la consecuente mayor fragmentación y competitividad de la contienda en 2018 (Cancela & Geys, 2016). En tercer lugar, se espera que, efectivamente, la fragmentación y competitividad sea más alta en 2018, debido a la prohibición de la reelección y, por tanto, la ausencia de los alcaldes salientes en la contienda (Schraufnagel & Halperin, 2006). A su vez, las encuestas no pronosticaban, hasta poco antes de las elecciones, ninguna candidatura como claramente favorita. En consecuencia, la mayor incertidumbre y apertura de la competencia debería implicar una mayor fragmentación y niveles de competitividad. Finalmente, siguiendo la literatura sobre las dinámicas territoriales en los sistemas de partidos (Suárez-Cao & Freidenberg, 2014), se espera que los niveles de nacionalización y congruencia sean menores en 2018, dado que AP no contaba con experiencia gubernamental en los distritos limeños, carecía de presencia territorial en términos organizativos y el liderazgo de Muñoz fue más nuevo, más débil y más limitado territorialmente a los distritos de mayores ingresos.
Los resultados generales de 2018 muestran una clara victoria de Acción Popular en Lima. A nivel metropolitano, Muñoz obtuvo más de un tercio de todos los votos (36,03%) y ganó la alcaldía con un margen mayor de 15 puntos porcentuales sobre el candidato de Podemos por el Progreso del Perú (Podemos), Daniel Urresti. Además, la candidatura de Muñoz fue la más votada en 39 de los 42 distritos limeños14. Los demás partidos no obtuvieron más de 10% de votos. AP también obtuvo la mayoría relativa de las alcaldías distritales. Las candidaturas accio-populistas fueron las más votadas en 14 de los 42 distritos de Lima Metropolitana.
En perspectiva comparada con la victoria de Luis Castañeda (SN) en 2014, la victoria de Muñoz y del AP en 2018 no fue tan contundente. Castañeda ganó con más del 50% de los votos a nivel metropolitano y dominó en 40 distritos,15 particularmente, en los más de menores ingresos. A nivel distrital, SN obtuvo 18 alcaldías. El relativamente débil resultado de AP se debe, probablemente, al carácter sorpresivo de su victoria (la candidatura de Muñoz despegó a último momento) y la esperada victoria de Castañeda que buscaba una segunda reelección tras los primeros dos mandatos en 2002 y 2006. A nivel de las alcaldías distritales, el mejor resultado de Castañeda se debió también, probablemente, a una mayor identificación de las candidaturas de SN con Castañeda, dado el carácter altamente personalista del partido (Meléndez, 2011). En cambio, Muñoz no tuvo militancia previa en AP antes de las elecciones de 2018.
Gráfico II. Porcentaje de intención de voto de los candidatos
que ganaron la alcaldía de MML 2014 y 2018
Fuente: Elaboración propia en base a las encuestas de opinión publicadas por IPSOS-Perú
Las tendencias en la intención de votos por ambos candidatos muestran la diferencia entre los contextos de 2014 y 2018 (Gráfico II). En 2014, la intención de voto por Castañeda fue siempre superior al 40% desde casi un año antes de los comicios. Por su parte, la intención de voto por Muñoz no superaba el 5% a inicios de septiembre de 2018, un mes antes de las elecciones.
En términos de organizaciones partidarias, se observa una alta inestabilidad de la oferta partidaria y la debilidad estructural y carácter coyuntural de las candidaturas partidarias. Ciertamente, SN no llegó ni al 3% de votos en 201816 y, a su vez, AP había obtenido solo el 1,05% en 2014 (Tabla I), mostrando una gran debilidad de los partidos independientes de los líderes de turno. En términos generales, solo dos partidos en 2018 y tres partidos en 2014 superaron el 10% de votos.
Para analizar los tipos deorganizaciones políticas a nivel agregado y evaluar la presencia de partidos tradicionales y emergentes, se puede utilizar el Índice de predominio de partidos tradicionales (IPPT), propuesto por Suárez-Cao y Freidenberg (2014)17 para medir el predominio según el tipo de partido. Para 2014, el IPPT toma el valor de 0.16, sugiriendo que la competencia partidaria en Lima era predominantemente controlada por partidos emergentes (o no tradicionales). Mientras tanto, en 2018 se registró un incremento en el predominio de partidos tradicionales, dado que el valor del Índice ascendió a 0.42. Este incremento se debe, particularmente, a las victorias del AP en los 14 municipios. No obstante, el sistema se mantiene como uno con predominio de partidos emergentes.
Tabla I: Resultados de elecciones para la MML en 2014 y 2018
2014 |
2018 |
|
AP (sobre votos válidos) |
36.03% |
|
Podemos |
19.70% |
|
SN |
50.77% |
|
PAP |
17.64% |
|
Diálogo Vecinal |
10.57% |
|
Otros partidos1) |
21.02% |
44.27% |
Candidato ganador |
Luis Castañeda |
Jorge Muñoz |
Número de candidaturas |
13 |
20 |
Número efectivo de partidos |
3.26 |
5.37 |
Electorado habilitado |
6616583 |
7283679 |
Votos emitidos (VE) |
84.50 |
82.56 |
Votos válidos (sobre VE) |
91.03 |
88.03 |
Votos en blanco |
2.26 |
2.65 |
Votos nulos |
6.71 |
9.32 |
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos de Infogob (https://infogob.jne.gob.pe/)
Notas: 1) Incluye todos los partidos que no superaron el 10% de votos válidos (17 en 2018 y ocho en 2014).
En suma, se puede observar que la elección de 2018 estuvo marcada por una mayor fragmentación de la oferta partidaria, menor concentración de voto entre los partidos más votados, un mayor porcentaje de votos no válidos y, en general, por un rendimiento más débil del partido ganador a nivel de Lima Metropolitana. Por tanto, en línea con las expectativas teóricas, la mayor incertidumbre del proceso electoral de 2018 contribuyó a una mayor volatilidad y fragmentación de la competencia.
La participación electoral se refiere a la asistencia de los y las votantes registrada en los padrones electorales a las urnas. La participación en los comicios en Lima fue solo levemente inferior a la de las elecciones nacionales de 2016 en la capital (86,81%). Para elegir al alcalde de Lima, acudió el 82,57% y el promedio de los niveles de participación electoral, en los distritos fue 82.03%. En comparación con el 2014, estos números fueron un poco más bajos, ya que con la elección se registraron 84,50% y 84,59% de la participación electoral, respectivamente. Por tanto, contrariamente a las expectativas teóricas, la asistencia a sufragar fue menor en la contienda con más incertidumbre y mayor fragmentación.
En términos generales, los distritos que registran mayores niveles de desarrollo socio-económico (como San Isidro o Miraflores), muestran menores niveles de participación y, por ende, mayor abstencionismo.18 Tanto en las elecciones de 2014 como en las de 2018 se puede observar que la mayor tasa de participación electoral en Lima tiene una relación inversamente proporcional con los niveles de desarrollo socio-económico, medidos por el Índice de Desarrollo Humano (IDH) (Gráfico III).19 De hecho, ambas variables presentan una correlación alta con coeficiente de Spearman de -0.80 y -0.65 para 2014 y 2018, respectivamente. Esto muestra que las personas con mayores niveles de vida (y mayores ingresos) acuden menos a las urnas, aunque esta relación es menos fuerte en 2018, probablemente debido a que el candidato ganador representaba sobre todo los sectores más acomodados.
Gráfico III. Participación electoral vs. IDH en 2014 y 2018
Fuente: Elaboración propia en base a los datos de Infogob (https://infogob.jne.gob.pe/) y PNUD (2019).
Por último, los votos no válidos (nulos y blancos) han aumentado levemente entre 2014 y 2018, particularmente los nulos. Sin embargo, en ninguna de las dos elecciones existe una relación estadísticamente significativa entre la suma de los votos nulos y blancos y el nivel de desarrollo socio-económico.
En síntesis, pese al cambio de contexto entre ambas elecciones, los niveles de participación se mantuvieron, contrariamente a las exceptivas teóricas, prácticamente iguales. A nivel territorial, las tasas de participación son más bajas en los distritos de menor desarrollo socioeconómico, tal como sugiere la teoría (Cancela & Geys, 2016), no están asociadas al tamaño del distrito.
La cobertura territorial examina la mera presencia de las candidaturas de determinado partido en los respectivos distritos (Caramani, 2004).20 Evidentemente, los partidos, particularmente los organizativamente débiles como son la mayoría de los partidos peruanos (Levitsky & Zavaleta, 2019), no necesariamente presentan candidaturas en todos los distritos. Su decisión responde a estrategias electorales (Rubio, 2014; Potter & Olivella, 2015), que toman en cuenta, entre otros posibles factores, la presencia de la militancia (y disponibilidad de candidatos propios), resultados pasados, expectativas sobre posibles éxitos electorales, existencia de bastiones de otros partidos o decisiones de coaliciones electorales.
En las elecciones para la alcaldía metropolitana de 2018 hubo 20 candidaturas de partidos políticos. Sin embargo, a nivel de los distritos se presentaron candidaturas de un total de 29 organizaciones políticas. Se trató de 22 partidos nacionales (3 tradicionales y 19 emergentes) y siete listas vecinales.21 De manera esperada, no todos los partidos compitieron en todos los distritos. De hecho, ninguno de los partidos posicionó candidaturas en los 42 municipios. A su vez, AP no fue el partido con mayor cobertura territorial, lo que demostró su precariedad organizacional en la capital. Cinco partidos presentaron candidaturas en más distritos: PPC (41), SP (41), APP (39), Democracia Directa (DD, 38) y PPS (37). AP tuvo 36 candidaturas en los distritos (equivalente al 85,71%), descartando candidaturas llamativamente en varios distritos populosos como Comas, SJL y VMT, pero también en Miraflores. Simbólicamente, la ausencia de la candidatura accio-populista en ese distrito es muy resaltante, dado que Muñoz fue dos veces alcalde y tres veces regidor del mismo.
En términos comparativos con 2014, SN postuló también en 36 distritos, siendo el quinto partido con mayor cobertura territorial. En esa ocasión, ningún partido registró candidaturas en todos los distritos. El PPC, como el partido con mayor número de candidaturas, postuló en 40 distritos. Contrariamente a AP, Solidaridad Nacional no evitó presentar candidatura en casi ninguno de los distritos con mayor peso electoral (salvo Villa El Salvador y Chorrillos).
La oferta electoral en las elecciones subnacionales en Perú, ha evidenciado niveles altos de fragmentación (Remy 2010). Tanto a nivel regional como provincial y distrital, más de diez candidaturas no son excepcionales. No obstante, no todas tienen igual fuerza y, por tanto, la cantidad efectiva de las candidaturas suele ser mucho menor, dado que el voto tiende a concentrarse en las pocas candidaturas más viables y las demás se convierten, más bien, en testimoniales. Por tanto, aquí se comparan los números absolutos de candidaturas en los distritos limeños con el número efectivo de partidos (Laakso & Taagepera, 1979), que toma en cuenta el caudal electoral de las respectivas candidaturas.
A nivel de Lima metropolitana, se registraron 20 candidaturas de partidos políticos tanto tradicionales como emergentes en 2018. Esto implica un aumento importante frente a las 13 candidaturas en 2014, debido a que, en esa ocasión, la candidatura reeleccionista de Castañeda ejercía un efecto reductor sobre la oferta electoral. En términos del número efectivo de partidos (NEP), la fragmentación fue también mayor en 2018, alcanzando el valor de 5,37. Eso contrasta con una fragmentación significativamente menor en 2014 con un NEP de 3,26, cuando Castañeda obtuvo más de la mitad de los votos válidos. Por tanto, la diferencia en los escenarios electorales jugó a favor de una menor fragmentación, aunque esta, en términos comparativos, sigue siendo alta.
Gráfico IV. Distribución del número efectivo de partidos en las elecciones distritales
Fuente: Elaboración propia en base a los datos de Infogob (http://www.infogob.com.pe/).
Nota: La línea vertical intermitente marca el NEP promedio en cada caso.
La fragmentación en los distritos presenta un escenario mucho más variado. Es notable el incremento de la fragmentación de la elección del 2014 a la del 2018. Mientras que en 2014 el NEP promedio a nivel distrital fue de 4,49, sin que en ningún distrito se supere el valor de 8 (Gráfico IV); en el 2018, el promedio aumenta a 7,36 con distritos donde hasta 12 partidos «efectivos» se disputaron la alcaldía. Eso nuevamente refleja el menor número absoluto de partidos políticos que participaron de las elecciones, un posible efecto reductor del liderazgo (y previsible victoria) de Castañeda y las candidaturas de SN en los distritos y la imposibilidad de reelección por parte de los incumbentes del período 2014-2018 en los comicios de 2018. A su vez, esta alta fragmentación en 2018 dificulta aún más la identificación de las respectivas opciones electorales con propuestas y proyectos claros y, por regla general, disminuye el porcentaje de votos de la candidatura ganadora, generando problemas de legitimidad de los alcaldes.
Finalmente, los niveles de fragmentación se reflejan también en la competitividad de las contiendas distritales. La misma se puede medir a través del margen de victoria (MV), que capta la diferencia entre la candidatura ganadora y la segunda. Por tanto, a menos margen, más reñida la elección y, por ende, mayor competitividad de las elecciones. En 2018, el promedio de los márgenes de victoria entre los distritos no alcanzó los 10 puntos porcentuales. En cambio, en 2014 llegó casi a 15 puntos porcentuales. Por tanto, se evidencia una creciente competitividad entre las candidaturas en 2018, reflejo de un mayor número de candidaturas e incertidumbre en los comicios distritales. Aunque la asociación entre la competitividad y la fragmentación no es automática, existe una significativa relación entre los dos indicadores que en 2018 alcanzó el coeficiente de Spearman de -0.57.
En suma, la comparación de los datos de fragmentación y competitividad apoyan la expectativa teórica de que, en un escenario de mayor incertidumbre y ausencia de candidaturas de los incumbentes, la competencia es más abierta y más reñida.
La nacionalización de los partidos políticos y sistemas de partidos es uno de los indicadores que se ha propuesto recientemente para analizar las características de dinámicas electorales (Jones & Mainwaring, 2003; Ruiz Rodríguez & Otero Felipe, 2013). El concepto tiene básicamente dos dimensiones, una estática y otra dinámica, inter-electoral (Morgenstern et al., 2009). En este trabajo, se mide solo la dimensión estática, dada la alta inestabilidad y baja fortaleza territorial de las organizaciones partidarias entre las elecciones. Esta dimensión refleja la presencia y la distribución territorial de los apoyos electorales de los partidos y de los sistemas en su conjunto. Por tanto, un partido que obtiene resultados relativamente similares a lo largo del territorio es considerado más nacionalizado22.
Para la medición, se toma el índice de nacionalización (standartized Party Nationalisation Score, sPNS) de Bochsler (2010), basado en el índice de Gini para medir desigualdad, propuesto originalmente por Jones y Mainwaring (2003), pero ajustado para tomar en cuenta el número de unidades subnacionales y su relativo peso poblacional23. El sPNS adquiere valores entre cero y uno, de menor a mayor nacionalización. Por tanto, partidos políticos con valores cercanos a uno obtienen resultados similares en todos los distritos (esto es, tienen apoyos territorialmente más homogéneos) donde participan y viceversa. Tomando en cuenta la nacionalización de todos los partidos (organizaciones) en las elecciones se puede calcular el índice de nacionalización del sistema en su conjunto (standartized Party System Nationalisation Scores, sPSNS). El concepto se puede medir en diferentes niveles de los sistemas de partidos, aunque fue originalmente pensado para el nivel nacional.
Los niveles de nacionalización de la competencia partidaria a nivel de alcaldía de Lima en 2018 y en 2014 difieren. En términos generales, tanto a nivel sistémico como con respecto a los partidos ganadores, la competencia en 2014 fue más nacionalizada. Mientras que, en 2018, el valor de sPSNS fue de 0.84, en 2014 llegó hasta 0.88 (Tabla II). De manera similar, el sPNS de la candidatura accio-populista de Muñoz dio 0.85, mientras que los apoyos electorales de Castañeda alcanzaron un sPNS de 0.93. Ciertamente, los resultados de Castañeda fueron más homogéneamente distribuidos entre los distritos de Lima que los de Muñoz, cuatro años más tarde, evidenciando una mayor y más pareja presencia en los distritos de la capital del candidato de SN. Esto queda patente también en comparación con las otras candidaturas. Mientras la de Castañeda fue la más nacionalizada de las 13 en competencia en 2014, en 2018 hubo cuatro candidaturas con apoyos más homogéneos, territorialmente, que las de Muñoz24.
A nivel de alcaldías distritales, AP alcanzó el valor sPNS de 0,63. Sin embargo, tampoco fue de los partidos con apoyos más territorialmente homogéneos. Podemos obtuvo un valor de 0,76 y Somos Perú de 0,73. Por tanto, el AP a pesar de no tener una presencia más pareja entre los distritos, logró obtener el mayor número de alcaldías distritales. En cambio, Solidaridad Nacional tuvo apoyos electorales mucho más homogéneos entre los distritos en 2014. No solofue el partido con mayores niveles de nacionalización en esos comicios, sino que, alcanzó el valor de sPNS de 0.79, el más alto de todos los partidos en los dos procesos electorales.25 A nivel de sistema, el sPSNS fue de 0.63 en 2018 y de 0.59 en 2014, mostrando una menor nacionalización de la competencia en los comicios de 2014, dada la predominancia de SN en el sistema.
Tabla II: Nacionalización de la competencia partidaria en Lima en 2018 y 2014
Nacionalización |
ERM 2014 |
ERM 2018 |
Competencia a nivel de alcaldía metropolitana (sPSNS) |
0.88 |
0.84 |
Candidatura de Muñoz (sPNS) |
0.85 |
|
Candidatura de Castañeda (sPNS) |
0.93 |
|
Competencia a nivel de alcaldías distritales (sPSNS) |
0.59 |
0.63 |
Acción Popular (sPNS) |
0.63 |
|
Solidaridad Nacional (sPNS) |
0.79 |
Fuente: Elaboración propia en base a los datos de Infogob (http://www.infogob.com.pe/) y la fórmula de Bochsler (2010).
Los valores del sPNS muestran también que las dinámicas entre los resultados de Muñoz a nivel metropolitano y su partido en los distritos es particularmente disímil (0.84 vs. 0.63). Estos números sugieren una presencia mucho más dispar y apoyos hacia las candidaturas de AP en los distritos limeños. A su vez, los valores del mismo índice para Castañeda y las candidaturas de SN son mucho más similares, evidenciando que los resultados de Solidaridad Nacional son mucho más territorialmente similares a los de su candidato a la alcaldía metropolitana.
Estas distribuciones en apoyos electorales en Lima se pueden ilustrar también en mapas (Mapa III)26. Queda en evidencia que los apoyos de Muñoz y de Castañeda en los 42 distritos limeños son básicamente inversos. En 2018, los apoyos de Muñoz estuvieron concentrados en Lima Centro y en algunos distritos de Lima Sur. En cambio, los resultados más fuertes de Castañeda en 2014 se dieron en la mayoría de los distritos fuera de Lima Centro. De hecho, existe una fuerte correlación negativa entre las votaciones de ambos candidatos, plasmada en el coeficiente de Spearman de -0.89.
Mapa I: Distribución de apoyos electorales de Muñoz y Castañeda en 2014 y 2018
Fuentes: Elaboración propia en base a los datos de Infogob (https://infogob.jne.gob.pe/).
Dados estos patrones territoriales, tampoco sorprende que los porcentajes de votos por ambos candidatos estén asociados al nivel de desarrollo socio-económico de los distritos. El coeficiente de Spearman entre el apoyo de Muñoz y Castañeda y el IDH es de 0.89 y -0.80, respectivamente. Esto muestra las divisiones internas dentro de Lima y los problemas que tienen los candidatos de Lima para llegar a distritos de menores ingresos.
Los patrones territoriales de Muñoz y Castañeda se reflejan relativamente bien en los apoyos de los dos partidos en las respectivas elecciones distritales (Mapa IV). Particularmente, los mejores resultados de AP se dieron en los distritos de la llamada Lima Centro.
Mapa II: Distribución de apoyos electorales de AP y SN en 2018 y 2014
Fuentes: Elaboración propia en R con datos de Infogob (https://infogob.jne.gob.pe/).
La congruencia entre los niveles de competencia en sistemas de partidos multinivel alude a las similitudes (y diferencias) en las dinámicas electorales que se dan en cada nivel. Esto ayuda a entender cuán diferentes son los patrones de competencia política entre niveles e indagar en sus razones. Empíricamente, se puede medir a través de diferentes indicadores, cada uno con sus respectivas limitaciones (Dosek & Freidenberg, 2013). Aquí se opta por utilizar la Medida de Divergencia (MSD, por sus siglas en inglés) por Gibson y Suárez-Cao (2010) y aplicado en los países latinoamericanos por Freidenberg y Suárez-Cao (2014), como el más utilizado en perspectiva comparada.
Esta medida sistémica está basada en la medición de la fragmentación vía el NEP (Laakso & Taagepera, 1979) y tiene dos componentes. Por un lado, se mide la variación del NEP entre los municipios en las elecciones para alcaldes distritales. Por otro lado, se compara el NEP de la elección del alcalde de Lima Metropolitana con los respectivos NEPs distritales. De esta manera, se puede captar tanto la variación territorial (dimensión horizontal) como la diferencia entre niveles (dimensión vertical) en una sola medida. La MSD adquiere valores de cero en adelante, sin tener un límite superior. De acuerdo con Gibson y Suárez-Cao (2010), sistemas de partidos con valores entre cero y uno son considerados como congruentes, con dinámicas similares entre los niveles, valores de MSD mayores a uno son tomados como incongruentes con dinámicas disímiles entre los respectivos niveles.
Los valores resultantes de la MSD dan cuenta de dos escenarios diferentes en 2018 y 2014 (Tabla III). Mientras en 2018 el valor del MSD ascendió a 9.49, en 2014 alcanzó «solo» 2.91. Esto significa que, si bien en ambos momentos se registró una incongruencia entre los niveles del sistema, la de 2018 fue más de tres veces mayor. En términos de las respectivas dimensiones, estas no han aumentado de la misma manera entre ambos años. En 2014, el valor de ambas dimensiones era bastante similar y relativamente bajo (pese a la incongruencia sistémica). Sin embargo, en 2018 las dos dimensiones registraron un significativo aumento, siendo particularmente la variación territorial muy alta (5.51). Nuevamente, esto refleja la ya mencionada mayor fragmentación de la oferta electoral en 2018 y su amplia variación entre los distritos.
Tabla III: MSD para las elecciones en Lima (2018 y 2014)
ERM 2014 |
ERM 2018 |
|
MSD |
2.91 |
9.49 |
Dimensiones |
= |
= |
Diferencia entre niveles |
1.51 |
3.98 |
Variación territorial |
1.4 |
5.51 |
Fuente: Elaboración propia en base a los datos de Infogob (http://www.infogob.com.pe/) y la fórmula de Gibson y Suárez-Cao (2010).
Los resultados de la congruencia del sistema de partidos se pueden combinar con el carácter de los partidos políticos que ganaron las alcaldías distritales. Como se mencionó en la sección II.1, tanto en 2014 como en 2018 el Índice de predominio de partidos tradicionales mostró el predominio de partidos emergentes. Por tanto, es posible afirmar que para ambas elecciones los patrones de competencia en Lima se ubicaron en el cuadrante «Incongruente y no tradicional» propuesto por Suárez-Cao y Freidenberg (2014), típico para los patrones más generales en el país (Batlle & Cyr, 2014).
Finalmente, una mirada a los partidos ganadores permite analizar qué tan similares fueron los apoyos electorales entre los niveles para las respectivas organizaciones políticas. Esta congruencia se puede analizar a través de las correlaciones entre los votos obtenidos por distrito por Muñoz (Castañeda) en las elecciones para el alcalde de Lima y los apoyos que recibieron las respectivas candidaturas de AP (SN) en los distritos en 2018 (2014).
Los resultados del análisis bivariado muestran que los apoyos electorales en los respectivos distritos a Muñoz y de las candidaturas distritales de AP fueron bastante similares, mientras que en el caso de SN, esta relación era más débil. Los coeficientes de correlación de Spearman muestran valores de 0.85 y 0.40, respectivamente. Por tanto, el escenario en 2014 era mucho más diverso. Los resultados en 2018 sugieren una lógica más similar entre ambos niveles y que las votaciones para las candidaturas de AP fueron condicionadas por el desempeño de la candidatura de Muñoz. En cambio, en 2014 los resultados de Castañeda fueron mucho más elevados a los ya altos apoyos de las candidaturas distritales de Solidaridad Nacional, lo cual ayuda a explicar la menor correlación entre ambos tipos de candidaturas.
El artículo ofrece un análisis descriptivo de las elecciones subnacionales en Lima en 2014 y 2018, centrado en los ganadores en ambas ocasiones y sus respectivos partidos. Los dos procesos electorales se dieron en diferentes contextos. Mientras que en 2014 Castañeda buscaba su segunda reelección y existía una relativamente baja incertidumbre sobre su victoria (al menos la sugerían las encuestas de opinión pública disponibles), en 2018 se dio un escenario de alta incertidumbre sobre los resultados, hasta dos semanas antes de las elecciones, dando lugar a una campaña de 14 días. En efecto, la candidatura de Muñoz, exalcalde de Miraflores, no parecía al principio de campaña que iba a ser la más exitosa.
Las diferencias en los escenarios electorales tuvieron impacto sobre las dinámicas electorales, aumentando la incertidumbre reforzada por la prohibición de reelección inmediata de cara a las elecciones de 2018. A través de una serie de indicadores para analizar las dinámicas en el sistema de partidos a nivel de Lima metropolitana y los distritos limeños, el artículo muestra un escenario de mayor fragmentación de las candidaturas y sus apoyos, aumento en los niveles de competitividad, mayor diversidad territorial y diferencias entre los niveles de la competencia partidaria en 2018. Esto se puede observar en el número de candidaturas, número efectivo de partidos, márgenes de victoria o niveles de nacionalización. Al mismo tiempo, los resultados sugieren una creciente incongruencia entre las dinámicas partidistas a nivel metropolitana y en los distritos, evidenciando la necesidad de analizar cada nivel de competencia en sí mismo y compararlos, en vez de asumir que estas sean similares. En ese sentido, las dinámicas no son tan diferentes del resto del país.
Este escenario de mayor incertidumbre puede dificultar la gobernabilidad y las relaciones intergubernamentales en la capital, donde, además, los alcaldes distritales gozan de autonomía frente a la MML. El llamado «efecto arrastre» fue más débil en 2018 y la presencia de alcaldes pertenecientes al partido del alcalde de Lima fue menor. En los distritos se da una mayor fragmentación de la oferta electoral y mayor competencia, con márgenes de victorias menores, lo cual, a su vez, provoca la percepción de que los ganadores tienen menores niveles de legitimidad. Pese a contar con mayorías propias en los concejos, son más proclives a intentos de revocatoria o vacancia y, dada la debilidad de las organizaciones políticas, escisiones dentro de sus propios partidos. Por tanto, aunque en Lima no están permitidas candidaturas de movimientos regionales y para las elecciones de 2018 se prohibieron también las listas locales y provinciales, la capital no escapa a los patrones nacionales de partidos poco arraigados, volátiles, dependientes de liderazgos personalistas y sin mayor presencia territorial (Tanaka & Meléndez, 2014; Levitsky & Zavaleta, 2019; Batlle & Cyr, 2014).
Finalmente, quedan muchos temas de investigación pendientes. Aquí se proponen cuatro temas de agenda para el futuro. Primero, se requiere de más análisis de los procesos electorales para entender los patrones y las dinámicas de competencia a nivel local. Segundo, estos análisis deberían permitir entender cuáles son las relaciones y las divergentes dinámicas en diferentes niveles institucionales del sistema político peruano. Tercero, se necesitan más trabajos sobre las decisiones estratégicas de los partidos políticos (o movimientos regionales en otras partes del país) para entrar en competencia electoral en determinadas unidades subnacionales. Es preciso estudiar los partidos por dentro. Por último, y posiblemente más importante, se requiere de estudios sobre quiénes son los y las candidatas, sus perfiles, trayectorias, intereses y propuestas, más allá de las etiquetas partidarias con las que se presentan.
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1. Todos los datos e información electoral proviene de la página web de Infogob (https://infogob.jne.gob.pe/).
2. Para el análisis del período de Villarán y su fallido intento de reelección, ver Tanaka y Sosa (2014a, 2014b).
3. Ver para algunas excepciones los artículos periodísticos de la Revista Ideele (Saravia, 2018; Toche, 2018) o los análisis generales de las ERM 2018 de Ballón (2018a, 2018b), Aragón et al. (2018) y todo el número de la Revista Argumentos (12, 2). Sin embargo, ninguno de los estudios se enfocó en Lima en particular y las menciones a lo que pasó en la capital son escasas. Para el proceso electoral de 2014, ver Tanaka y Sosa (2014b), y para los anteriores, ver Incio y Dammert (2015).
4. Como sostiene Vásquez Oruna (2014: 71), de los diez procesos municipales entre 1981 y 2011, Lima ha tenido ocho alcaldes de los cuales cuatro han sido reelegidos y cinco fueron posteriormente candidatos presidenciales.
5. Siguiendo a Suárez-Cao y Freidenberg (2014), se considera como partidos tradicionales a las organizaciones políticas fundadas antes de la última ola de democratización en la región a finales de la década de 1970.
6. Por ejemplo, el Partido Aprista Peruano ganó la elección presidencial del 2006 y el mismo AP se convirtió en el partido más votado de las elecciones legislativas extraordinarias de 2020.
7 Los votos obtenidos de dicha alianza no pueden ser considerados dentro del grupo de partidos tradicionales porque no se puede determinar la proporción de votos que fueron ganados por el PPC.
8. Ley N°27867, Ley Orgánica de Gobierno Regionales, artículo 65.
9. Los movimientos regionales no están habilitados para presentar candidaturas en los comicios municipales en Lima, dado el estatuto especial de la ciudad.
10. El tamaño poblacional de los distritos limeños varía ampliamente entre casi dos mil habitantes en Santa María del Mar hasta más de un millón de personas en San Juan de Lurigancho.
11. Varios de los incumbentes salientes insistían en sus candidaturas hasta el último momento (Ludena, 2018), mientras otros optaron por presentarse en otros distritos (Lavilla Ruiz, 2018) y postulando familiares en su distritos originales (RPP, 2018a).
12. En 1963 y 1966 formó una alianza con el PPC y apoyó la candidatura de Luis Bedoya Reyes de este último partido. En 1980, AP ganó con su propio candidato, Eduardo Orrego.
13. Tal vez sintomáticamente para el sistema de partidos peruano, Barthelmess se mantuvo como alcalde hasta 2017, pero con diferentes organizaciones políticas como Alianza Electoral Unidad Nacional (2006), San Bartolo Solidario (2010) y Solidaridad Nacional (2014). En 2017 fue suspendido un año antes de culminar su cuarto mandato debido a la condena a prisión preventiva dictada en su contra por el delito contra la administración pública (Andina, 2018).
14. Muñoz no fue el candidato más votado solo en El Agustino, Pachacamac y Puente Piedra. Sin embargo, en todos los distritos donde lo fue, obtuvo más votos que la candidatura distrital del AP. Esta brecha varió entre 6.41 puntos porcentuales en Ate y 33.70 en Magdalena del Mar.
15. Su candidatura no fue la más votada solo en San Borja y San Isidro.
16. A nivel de alcaldías distritales, SN obtuvo solo dos en 2018, la de Chorrillos y la de Miraflores.
17. El Índice mide la proporción de las unidades subnacionales ganadas por partidos tradicionales sobre la totalidad de estas unidades. Por tanto, en este caso, el total es 43, por la suma de los 42 distritos y Lima Metropolitana.
18. En Perú existe voto obligatorio con una multa económica como sanción a la falta en caso de no ir a votar. Esto probablemente ayude a explicar los niveles más altos de participación electoral en los distritos con menor desarrollo económico.
19. El IDH mide tres dimensiones de desarrollo humano: ingreso, salud, educación. Su valores van de 0 (menor desarrollo) a 1 (mayor desarrollo). Para mayores detalles, ver: http://hdr.undp.org/en/content/human-development-index-hdi. Los datos del IDH para los distritos de Lima provienen de PNUD (2019). Al no contar con los datos para 2014, se utilizan los datos del Índice del 2015.
20. Matemáticamente es una fórmula que divide el número de distritos donde se presentaron las candidaturas entre el número total de distritos en cuestión.
21. Las listas vecinales fueron admitidas de forma excepcional por el Jurado Nacional de Elecciones (RPP, 2018b).
22. La misma lógica se aplican a los sistemas de partidos, ya que la medida agrega los resultados para los respectivos partidos en el sistema
23. Las fórmulas matemáticas para calcular los índices son complejas y se pueden consultar en Bochsler (2010) o Ruiz Rodríguez & Otero Felipe (2013).
24. Estas fueron en orden descendente las de Daniel Urresti (Podemos), Carlos Fernández Chacón (Frente Amplio), Ricardo Belmont (Perú Libertario) y Enrique Cornejo (Democracia Directa).
25. En 2014, SN fue seguido de cerca solo por el APRA (0,75) y Fuerza Popular (0,71).
26. Los mapas I y II están distorsionados por el relativo peso del electorado en cada distrito respecto de la totalidad del electorado en Lima.